Científicos de todo el mundo continúan investigando sobre dos aspectos básicos: por un lado, sobre cómo intervenir una vez que el declive cognitivo está presente en los pacientes, y, por otro lado, sobre un aspecto que toma cada vez más importancia, y es el cómo, puesto que una identificación más temprana permite poner en marcha estrategias diversas que favorezcan un avance más lento del declive cognitivo.
Entre todos los factores estudiados, Katja Linda Waller, de la Universidad de Copenhague y sus colaboradores, han analizado la importancia de los problemas de sueño, tan frecuentes en el envejecimiento. Su objetivo era analizar si los problemas para dormir y la somnolencia diurna pueden predecir el deterioro cognitivo en las personas mayores.
En su estudio participaron 189 varones sanos, todos ellos nacidos en 1953. Se dividieron en dos grupos según los resultados de evaluaciones previas de sus funciones mentales. Así, aproximadamente la mitad de los participantes se clasificaron como personas con cierto deterioro cognitivo. Se utilizaron diversas escalas para valorar la calidad del sueño, el grado de somnolencia percibida durante el día y también los síntomas deprimidos.
Los resultados del estudio, publicados recientemente en la revista Sleep Medicine (2015), mostraron que aproximadamente el 40% de los individuos informaban de tener una calidad de sueño pobre. Según describen los autores, el 15% experimentaba, además, sensación de somnolencia diurna excesiva. Aunque no se encontró una correlación importante entre las medidas de sueño y los test cognitivos a nivel global, sí se observó que el grupo de personas clasificadas como ‘con peor rendimiento cognitivo’ presentaban una calidad de sueño significativamente peor que los cognitivamente estables. Por el contrario, la somnolencia no fue una variable relacionada con el rendimiento en las pruebas neuropsicológicas.
Según los autores, sus resultados sugieren que la calidad de sueño percibida por cada persona podría ser un marcador temprano de deterioro cognitivo en la mediana edad. Desde luego dormir bien tiene efectos sobre nuestras funciones mentales, nos permite estar más atentos y pensar mejor, por lo que se hacen necesarias las intervenciones dirigidas a promover una mejor calidad de sueño y descanso a cualquier edad.